Era uno de los postres favoritos de mi abuela,
la pastiera napolitana, uno de los símbolos más tradicionales de la hermosa ciudad de Nápoles.
Sabrosa y llena de amor y perseverancia, la preparaba para cada Pascua, cuando el sol prometía abrir paso a los hermosos días que se avecinaban.
Cada año se prometía mejorar su receta, aunque no siempre admitía que lo lograba perfectamente.
El aroma de la harina, el azúcar mezclado con cáscaras de limón y naranja confitadas, el tarro de trigo duro recién abierto… calentaba el ambiente de la casa, de nuestra casa.
Me recuerda a la pastiera de Phraenesia, como si esos pensamientos hubieran impregnado su aroma, convenciéndome firmemente de que ya no podía prescindir de él.
Alma olfativa: creación golosa, ambarina, especiada
Pirámide olfativa
Salida: limón, naranja dulce, leche de coco, frambuesa
Corazón: pastiera, caramelo, flor de azahar, haba tonka, canela
Fondo: vainilla, maderas nobles, pachulí, benjuí, ámbar, almizcle