Por suerte, conocía al hombre que podía hacer realidad ese sueño: su padre Olivier, maestro perfumista detrás de algunos de los perfumes más conocidos del planeta, incluido el emblemático Angel de Mugler, y reconocido como el rey de los perfumes gourmands desde hace muchos años.
Anais compartió entonces su idea con su padre, quien quedó inmediatamente cautivado por el concepto. Juntos, padre e hija, comenzaron a intercambiar ideas, historias y finalmente perfumes.
Así nació Akro.
Amor. Tatuaje. Tabaco. Whisky. Chocolate. Relajación. Verano. Café. Cupcakes. Viaje. Té. Fiesta. Felicidad.
Placeres irresistibles. Las musas de Akro, marca de perfumes audaz e innovadora que captura la esencia pura de las sensaciones fuertes, los escalofríos intensos y los placeres cotidianos.
Fruto de la pasión y el genio creativo del Maestro Perfumista Olivier Cresp y su hija vanguardista Anais, esta aventura olfativa se distingue por su originalidad y autenticidad.
Gracias a la maestría perfumista de Olivier y la creatividad de Anais, nació una colección de trece fragancias excepcionales, que marcan con notas tan inesperadas como cautivadoras: alga, avellana, comino, whisky...
Cada una de estas esencias no convencionales dibuja el contorno de una gama absolutamente única, en la que Olivier ha sabido combinar sus singularidades con ingredientes de primera calidad provenientes de Firmenich, prestigiosa casa de perfumería donde ejerce su arte desde 1992.
Acerca de
Akro está arraigado en la Riviera Francesa y encuentra sus orígenes en la ciudad de Grasse, cuna de la perfumería y de la familia Cresp, que ha contribuido a la evolución de esta industria durante generaciones.
La aventura comenzó hace algunos años cuando Anais Cresp, originaria de París, decidió mudarse a Londres en busca de aventuras. Sumergida en el corazón de la efervescencia urbana, descubrió que cada uno tiene sus propias adicciones cotidianas, pequeños hábitos, pequeños placeres inquebrantables, y que son esas tentaciones las que hacen la vida tan valiosa.
Criada en la tradición del perfume, Anais se dio cuenta de que los olores asociados a nuestros pequeños placeres son tan esenciales como sus efectos. Los aromas de los cafés, los bares, las panaderías, las vacaciones y los salones de tatuajes son los verdaderos imanes que nos atraen incansablemente a esos lugares.
Muy pronto, Anais tuvo una idea: esos aromas distintivos podrían embotellarse y transformarse en perfumes. Y quizás, en lugar de las notas clásicas de perfume, podríamos llevar nuestros placeres favoritos en la piel.
Consciente del poder de las fragancias, Anais tuvo la idea de una línea de perfumes inspirada en los placeres y adicciones de la vida cotidiana.